Tuesday, April 14, 2009

Visión de Riqueza y Sociedad en El Fardo y La Canción del Oro en Azul…

El Fardo y La Canción del Oro tienen más similitud temática que formal. En ambos textos se inicia con el sol entre las primera frases y en ambos casos estas dos frases son descriptivas de una tónica a desarrollarse en cada texto.

En el Fardo el sol es “un disco de hierro incandescente” como el que labra un herrero a golpes de martillo. La incandescencia contrasta con el sol en La Canción del oro en donde “reciben la caricia pálida del sol moribundo”.

El sol es un elemento elíptico en El Fardo, cuando el hijo del tío Lucas sale en el día fatídico de su muerte el día inicia con un “sol de oro”. En este caso el oro representa la posibilidad de recibir pago para poder comprar comida para la familia y medicamento para el reumatismo del tío Lucas.

Según Coloma una particularidad en la narrativa de Darío es que toma “distancia crítica” para el tratamiento de sus personajes; sin embargo, a lo largo del Fardo al personaje Lucas se le llama tío. Y al final del relato el autor se deshace de cualquier omnisciencia narrativa al confesarse como poeta y personaje. Lo que acentúa el realismo del relato, por lo anecdótico del asunto.

Darío, como la mayoría de los artistas viven en una realidad dual; por un lado se hace de compañía de personas poderosas que se declaran amantes del arte, antes mecenas y hoy en día instituciones culturales; y por otro lado, de la compañía de gente marginal, explotada y sin esperanzas.

Por esta constante en la vida del artista el arte con frecuencia se convierte en un espacio para la denuncia de lo infrahumano, de lo que las personas ignoran para no deprimirse o para no retar su cosmovisión, religión o ideología.

Aquel día no hubo pan ni medicinas en casa del tío Lucas sino el muchacho destrozado al que se abraza llorando el reumático, entre la gritería de la mujer y de los chicos, cuando llevaban el cadáver al cementerio.

Ese pasaje, pese a lo doloroso expresado, tiene ese distanciamiento crítico al que hace referencia Coloma. El capitalista mató al joven con su explotación, el artista hizo su obra con esta tragedia y habrá quien proteste con esta desdicha ajena para ganar beneficio político o terreno moral.

El único que puede sentir algo de culpa es el tío Lucas, que en el día que no estuvo ahí para cuidar a su hijo, aunque sea por enfermedad, murió en un accidente. Al fin y al cabo el tío Lucas tiene que seguir su vida de explotación propia y miseria, con la peor orfandad posible, la de morir después de un hijo.

En Canción del Oro se ven ambas caras de la moneda riqueza/pobreza con mayor claridad que un simple incidente trágico con distanciamiento crítico. Un texto que inicia con una clara tendencia narrativa poco a poco se va poblando de lirismo hasta el punto de convertirse en poesía en prosa.

decididamente, el aguilucho y su hembra van al nido.” El Tronco ruidoso y azogado, a un golpe de látigo arrastra al carruaje haciendo relampaguear las piedras.

Esta cita es de la parte en que el texto es aún narrativo, sin embargo se cohesiona con la parte prosemática porque hace contraste entre el aguilucho que vuela alto y tiene su propio nido, con el caballo que recibe latigazos y tira del carruaje.

Al entrar a la parte de lírica del texto el lector es sobrecogido por su musicalidad, en esta musicalidad también los conceptos rebotan de forma similar a los sonidos. “Cantemos al oro, rey del mundo que lleva desdicha y luz por donde va”.

En los contrastes descansa una verdad trascendental sobre la no-permanencia de la realidad. Se dice que la iluminación existe porque existe la ignorancia. De la misma forma la riqueza existe por la necesidad de no ser pobres.

La riqueza, sin embargo, da cabida a libertinaje y al abuso “y el nos pone mamparas para cubrir las locuras abyectas de la taverna, y la vergüenza de las alcobas adúlteras”. Asimismo la explotación económica del ser humano por su igual es síntoma de la riqueza.

Entre elementos del juego de antítesis relacionadas a la riqueza/pobreza están la gordura con la belleza de la mujer que se unen en el contrato matrimonial.

Cantemos al oro, porque tapa las bocas que nos insultan (…) Cantemos al oro porque de él son las cuerdas de las grandes liras (…) calificado de vil por los hambrientos (…) purificado por el fuego como el hombre por el sufrimiento” En esta parte de la sección lírica se llega a hasta la vida del poeta como conclusión.

Los ricos ven: “¡Eh miserables, beodos, pobres de solemnidad, prostitutas, mendigos, vagos (…) y sobre todo, vosotros oh poetas!” Y los pobres que piden al poeta en vez de pedirle al rico. “Y aquella especie de harapiento (…) quizá un poeta, le dio su último pan petrificado”.

Un componente importante en la visión social de Darío es definir al poeta, éste lo articula como un incomprendido tanto por el rico como el pobre, el versificador es el único intermediario que ambos tienen. El rico lo ve como pobre y el pobre como rico. Al fin y al cabo es el artista quien está expuesto en forma íntima al odio mutuo de ambos.